Si todavía hay algo capaz de conmoverte,

Si todavía hay algo capaz de conmoverte,
entonces, sigues vivo.

martes, 11 de noviembre de 2014

De filos, cortes y caídas (casis).

Al filo de la sábana, 
o al borde de la madrugada, 
o al precipicio de la navaja
(que últimamente suelen ser los mismo), 
te busco y no te encuentro. 
Y no sé si me buscas, 
o si me encuentras, 
o si quieres o puedes o debes hacerlo. 
O si estas ganas de hacerte el amor son fruto 
de un equívoco afán de seguridad, 
o si estas mariposas que me recorren los labios, 
los rozan por haber sido vomitadas, 
y no por querer besarte
(ya se sabe que los esfínteres no se equivocan,
aunque nuestros corazones sí).
Y casi cuando me evado, 
casi cuando me desnaturalizo por no encontrarte a ti, 
mi sustrato y sustento favorito y único, 
casi vienes. 
Pero casi, significa que casi me salvo. 
Casi implica que casi me quieres. 
Casi es que casi no caigo, casi no me corto, 
y casi, 
casi, casi, casi, 
eres mío para siempre. 

(Quizás en nuestra próxima cama, mi amor)


domingo, 26 de octubre de 2014

De perros, gatos, acaninamientos y afelinamientos.

     "Llevarse como el perro y el gato" no es una expresión baladí. Suele usarse con un significado negativo, porque realmente lo implica. Y toda relación tiene, al menos, un aspecto negativo, si no es negativa globalmente.
     En toda sociedad, relación, amistad, noviazgo, matrimonio, hermandad de dos, hay un perro y un gato. A grandes rasgos y al principio, el perro es dependiente, cariñoso, agradecido. El gato es independiente, arisco, libre. Y sin embargo, el perro y el gato no conforman un sistema incompatible o coloidal como el aceite y el agua. Este conjunto termina por unirse, como las piezas de un puzle. Un puzle un poco desastroso y caótico, quizás lo único que conforme sea un cuadro moderno de mierda. Pero tiene su sentido.
     El gato intenta satisfacer las necesidades del perro que le convienen, se queda corto. El perro intenta contentar al gato, lo ahoga. Este es un punto clave en toda relación. O nos mezclamos o explotamos. En el caso de que decidan no explotar, se llevará a cabo un proceso de "acaninamiento", por parte del gato. El perro no podría "afelinarse", aunque lo intentara.
     El gato consigue satisfacer todas las necesidades del perro. El gato comienza a mover el rabo. El gato se vuelve dependiente. Aunque le sigan quedando algunos bigotes, son prácticamente de pega.
     El problema del perro es que no es tan fiel como pensamos. O quizás sí lo es, pero no a un individuo, y mucho menos a un gato. A la comida, al cariño sí.
     El perro se olvida del gato, por otros muchos gatos, otros muchos perros, otras muchas caricias, otros muchos platos exquisitos. No se olvida del todo, no. El gato sigue ahí, al fin y al cabo. El gato ya no mueve el rabo.
     La ventaja que tiene el gato sobre cualquier perro, es que por mucho que se "acanine", puede volver a su estado natural de felino. Es una transformación muy dolorosa, sí. Pero también satisfactoria.
     El perro no. Quizás el perro quiera volver con el rabo entre las piernas. Pero quizás al gato ya no le interesen los rabos, y esté ocupado lamiéndose sus heridas.

     Tampoco importa, los perros siempre encuentran un nuevo hogar al que acudir, y los gatos siempre vuelven a encontrarse a sí mismos, que a fin de cuentos para no dormir, es igual. 


martes, 14 de octubre de 2014

Rompidos sin olas.

Hace tiempo que se me escapan las palabras del alma, directamente a la atmósfera, sin pasar por mis dedos,
y no me gusta esa no conexión, que no desconexión,
entre mi alma y la realidad,
que aunque necesaria,
casi no me deja respirar,
porque el oxígeno del aire tangible,
no llega a mi alma,
desoxigenada, desoxirribonucleica, copia.
Copia no como las de Platón,
porque no encuentro siquiera la idea,
la forma, la esencia,
ni de ese oxígeno, ni de ese desoxígeno,
ni de mis lágrimas, ni de mí misma,
una copia,
cuyo molde,
se ha roto,
y no sabe si es directamente idea,

o directamente nada. 

miércoles, 17 de septiembre de 2014

De lo tormentoso de los poetas.

Podría decirse que los artistas, pero sobre todo, los poetas, son como los caracoles o las setas. Sólo asoman esa cabecilla suya durante o tras una tormenta. 
¿Por qué no como el arcoiris? Quizás porque no sean bellos, ni coloridos. Quizás porque se asemejan más a su causa, gris y húmeda, que a lo que ellos mismos son, creen o quieren ser. 
Además, como las setas, hay tres tipos de poetas (que me perdonen los expertos en ambas materias). 
- El venenoso, o frustrado. Claro que la poesía y el arte en general necesita odio y bilis, pero llega un momento en que, al aplicarse tantísimo vómito opaco, la obra deja de intuirse. Sólo tripas, y sangre, y maldad, y caos, y autodestrucción y dolor. Un veneno retroalimentativo, come de sí mismo y se vomita a sí mismo una y otra vez. 
- El comestible, o neutro. Bueno, está bien, pero para qué nos vamos a engañar, las champiñones no saben a nada. A menos que encuentren un buen condimento o musa, y por lo que mi caprichosa lengua ha podido apreciar, el perfecto aderezo debe de encontrarse muy lejos de donde mi paladar alcanza. Muy sobrevaloradas, en especial por ellas mismas. Mejor id bajo tierra, quizás las lombrices estén a la altura de vuestras conversaciones superficiales y artificiosas. 
- El alucinógeno o bohemio verdadero. A base de absenta o lluvia ácida, que viene a ser igual de perjudicial y con idéntico sabor, esta setilla no te deja indiferente, pero no suele matarte (siempre y cuando tengas a un buen caracolcillo supervisando tu ingesta). Sabes que te has topado con alguna de ellas cuando no sólo tú te vuelves loco a la mínima bocanada, sino que ella también (o lo estaba antes). Curiosamente, estas setillas, después de dejar una prolífica marca en tu ser, si no llegan a matarte, se matan ellas. Así que mucho cuidado con suicidarse con setitas alucinógenas, porque puede convertirse en una masacre. Aunque quizás ese sea tu objetivo... Y el de todos los poetas y lectores. 


martes, 26 de agosto de 2014

De la no tan Blancanieves.

¿Y quién le dice a Blancanieves que en la bola de cristal se vislumbra un futuro de manzanas ácidas, de ácidos sin manzana y de nieve artificial, de esa que no te queda otra que aspirar desde la nariz hasta dónde sabe quién? Quién le dice que de blanca no le quedan ni las sábanas, que el vestido de boda está manchado de ketchup, o de sangre, que lo mismo da. Que el príncipe se ha ido con una gitana que le bailaba el fuego, y que los siete enanitos han ido a por setas y/o de juerga con sus parientes los gnomos y no tienen intención de volver. 

Y lo peor de todo. Que será feliz así. Porque no le queda otra que ser Blancanieves, y sonreír. 

(- Walt, capullo... - Y se dará la vuelta en su ataúd de cristal para seguir durmiendo la mona.)




lunes, 26 de mayo de 2014

Del cuate más querido.


Los boleros sólo mienten cuando nos duele el amor. 
Es decir, siempre. 
Porque si el amor no duele, no mata. 
Y los amores que no matan, mueren. 
Y si muere el amor, 
sólo queda aquella ética materialista espiritualista, 
que de espiritualista tiene sólo la bebida, 
y esos besos que no sabes si vienen del cielo o del infierno, 
pero desde luego, que de aquí no son, 
pero que tienen nombre de mujer y que saben (sólo a veces) a vinagre. 
O a lo mejor es que sólo les falta un poco de sal intrascendente, inmanente. 
Que no estamos tan mal hechos, coño.
Que creamos a Dios.  




miércoles, 7 de mayo de 2014

Todas las anteriores son correctas.

O me soplas las velas
(las de cumpleaños o las del barco, 
como prefieras), 
o me soplas esta neblina que rodea mi cabecilla, 
y penetra (fusiona) mi alma, 
o me soplas a mí. 

También puedes hornear, 
con la susodicha niebla,
una tarta de cumpleaños
(con forma de barco), 
y soplar, y soplar, y soplar, 
y a mí derribar. 




martes, 6 de mayo de 2014

De lo que pasa cuando la montaña va a la montaña.

¿Os imagináis la angustia, la tensión entre dos montañas que se aman? 
Sólo se tocan en su valle, compartido. Como dándose de la mano. Siquiera dándosela, rozándose, como dos colegiales, tímidos. Pero cuando esos colegiales crecen... Y las montañas son ya vetustas. Y las montañas están hartas de esperar. 
Aquello de los movimientos tectónicos no es más que una invención del ser humano, que intenta no sentir envidia de un amor tan puro como el montañoso. Puro en el sentido de mineral, porque... 
Los 'terremotos' no son más que suspiros, estremecimientos. Y el estremecimiento final tiene como resultado que la montaña vaya a la montaña. Se 'avalanche' una hacia la otra.
Y quién sabe si a las montañas no les va eso del sexo oral. Porque una (la que queda en pie y se sube la falda), se convierte en un volcán.  



domingo, 4 de mayo de 2014

Levanto el mar.

Y me convierto en un Atlantes, mintiéndome a mí misma, pero no engañándome. 
Esperaba encontrarme peces muertos.
Arena. 
Sal. 
Y encuentro tus ojos. 
Y encuentro un modo, 
de que tal carga, 
sea tan ligera como aquel cielo que no pareció serlo para el Titán,
y sin embargo para mí... 
Y encuentro la forma, 
de ser tan ligera, 
de que mi trabajo hercúleo, 
se convierta en mi reino, 
y mi reino, 
en ti. 
Y tú, 
en mi mar.
O en mi cielo, 
que en el fondo, 
es igual...
(De azul.) 



De preguntas que, de tan sin respuesta, se quedaron a medio formular.

¿Entre estar vacío o lleno de mierda...?

[Posibilidades:
a) cuándo dejaste de vivir?
b) por qué?
c) cuántas razones tienes para poner un pie delante del otro?
d) Mejor no sigo.]

lunes, 28 de abril de 2014

Del problema de la autodestrucción y pretender llegar hasta ella de la mano.

(Y que el otro salga impune, y que la autodestrucción no mute cruelmente en una hecatombe, y se lo lleve todo.)

- ¿¡Qué estás haciendo!? - Sollozó él al ver aquel desastre. Aquella bruma de sangre le hizo toser. La tos sabía a metal. 
- Me he quedado sin espacio para más remiendos. Los he descosido todos. Mira, qué bello, se me sale el alma del cuerpo. ¿Me ayudas? - Le dijo con una sonrisa mientras le ofrecía unas tijeras. 

Ella parecía un colador. Casi rió por la comparación. Una risa potencialmente nerviosa. 

Intentó tapar cada una de sus heridas, cicatrices reabiertas, más bien. Con las manos, con la boca, con el tronco. Pero eran demasiadas, y ella seguía "desalmándose". Quizás abrazándola conseguiría parar a aquella naranjita dispuesta a ser vaciada de todo jugo. Sin darse cuenta de que él, además del jugo que iba alejándose del interior de ella, era también exprimidor.

Ella... sólo sonreía. Y lo abrazó más fuerte.  


martes, 25 de marzo de 2014

- ¿Qué estamos haciendo?

+ Lo que ellos creen que estamos haciendo. Somos dos cuerpos en el aire. Contamos una historia. Nos hemos reencontrado. Somos felices y comeremos perdices. 
- Para el público. 
+ Para el público. 
- Porque lo único que estamos haciendo es morir. Y ellos nunca lo sabrán. Sólo saben lo que nosotros queremos que sepan. 
+ ¿Pero de la risa o de dolor? 
- Vuélvemelo a preguntar cuando aplaudan.
+ Si es que aplauden... 
- Si es que sobrevivimos. 

(Para los curiosos, ambos murieron al aplauso del público y otros dos nacieron cuando el telón se cerró.)


Mírame.

Mírame como te miras en el espejo. 
Mírame como te sonríes en un charco. 
Mírame como acaricias al perro. 
Mírame como te muerdes los labios. 
Mírame como abofeteas a tu hermano. 
Mírame como me gritas. 
Mírame como cuando llegas al orgasmo. 
Mírame como si no vieras más
que mi rostro, 
y como si mi rostro, 
fuera lo único que quisieras ver. 
Pero por favor. 
Nunca. 
Me veas realmente. 
Y si me ves... 
no dejes de mirarme como sólo tú sabes hacer.

domingo, 2 de febrero de 2014

De bucles y preguntas sin respuestas, pero en algo habrá que pasar el rato.

Y la pureza, ¿dónde está? 
Si lo más fácil es recurrir a lo trascendental y alejado, entonces, ¿qué es lo trascendental y alejado y qué es lo que tiene para ser puro? Si su pureza venga solamente de su espacio entre el ser humano, que presuponemos impuro, y su naturaleza, la limpidez deja mucho que desear. ¿Únicamente hay que alejarse de nosotros para ser inmaculado? No será entonces para tanto. Pero en fin, sigamos.
¿Cómo puede haber algo tan alejado de la naturaleza humana que ni siquiera sus efectos lleguen a nosotros, y por tanto, en ningún momento su esencia se vea mezclada con nuestra mancha? 
Bueno, podría existir. Pero desde luego, nosotros ni siquiera podríamos especular sobre su existencia. Por lo tanto, todos nuestros dioses o ideales, por muy elevados que los mantengamos, están completamente cubiertos de nosotros. Impuros. Iguales a nosotros.
Y ahora, ¿por qué manchados? ¿Por qué obscenos? ¿No podría esa pureza, partir de nuestra alma misma, también completamente manchada? ¿No podría ser esa imperfección el origen de todas las perfecciones y las purezas? Al fin y al cabo, la perfección debe ser impura e imperfecta, porque es nuestra, aunque sea una idea, o un Dios. 

Así que, yo, me sigo revolcando en mi humanidad, para ser... Perfectamente imperfecta. 


miércoles, 29 de enero de 2014

La orquesta del Titanic.

Esto no es una pareja, 
es un cuarteto. 
A veces de cuerda, 
a veces de viento. 
Cuando sonríes, 
se te infla el pecho, 
y diríase gaita, 
pero dentro el corazón retumba, rápido, 
y casi pareciera más el parche de un alegre tambor. 
Cuando lloras, 
aquel etéreo violín que es el alma,
se rasga a sí misma, 
tanto la tuya, como la mía.
Cuando me amas, 
un saxofón se abre paso entre el ruido del sudor,
mágicamente transformado, 
en un débil contrabajo, 
punteado, 
exhausto, 
susurrado.  
Incluso cuando te enfadas, 
aquella rapsodia incongruente, 
me suena a gloria.
Así, 
que no te vayas, 
y ya que eres, 
que somos orquesta, 
que esto, 
la historia de lo Nuestro, 
se llame Titanic, 
y nosotros,
sigamos tocando en ella. 

domingo, 19 de enero de 2014

Nota de suicidio de una vampiresa y (tiene cojones) pitonisa.

Mi vida. 

Para siempre era demasiado tiempo. Gracias por matarme. Lo único que te pido es que te bebas cada gota de mi sangre y lamas cada una de las heridas que me inflijas. Sé que no es tu plato preferido, pero respeta mi última voluntad
Y no, no sabe a pollo. Gilipollas.





- Tienes que quererte.

+ Cariño, te juro que a veces me quiero tanto... Te juro que a veces puedo oler mi sangre dulce, ferrosa, palpitante. Que en ocasiones siento mi piel blanca y suave por encima de ellas. Que de vez en cuando veo mis labios, entreabiertos, rotos. Que saboreo mi propia saliva, con ese gustillo a miedo que tanto nos gusta. Te prometo que escucho mi corazón pedírmelo una y otra vez... 'detenme, detenme'. Y te juro por todo lo que me es sagrado, que no es nada, salvo en ocasiones yo, que a veces, me quiero tanto, que siento la necesidad de hacerle caso. De asesinarme. Y de disfrutar con ello, conmigo... Y cada vez me quiero más, cielo mío. ¿Y tú a mí? 


Hiénicas sonrisas.

Cuando la cordura me haya abandonado definitivamente, 
pienso hacer pasar a cada uno de ellos, 
sonriendo, 
sudando, 
riendo, 
llorando, 
que no sangrando, 
por el pelotón de fusilamiento. 
Les preguntaré por sus nombres, 
por su historia, 
en un diván que huela a semen y a angustia existencial, 
y se desharán bajo mi influjo persuasivo. 
Confiarán en mí, 
me amarán, 
y querrán mi hombro para llorar (vaya oficio tan mundano para tal articulación). 
Y cuando se recuesten sobre él, poco a poco, 
se irán clavando, 
ellos mismos, 
que no yo, 
la estaca mor(t)al que los llevará a aquel mundo platónico, 
de donde no proceden por ser demasiado pecaminosas, 
pero al que irán para seguir sufriendo, 
como el cielo es el infierno del propio Satán. 
Quizás no sea sólo demasiado tarde para ellos, 
como escrito está unas líneas más arriba, 
sino también para mí, 
porque ya escucho las balas de mi propio pelotón de sueños, 
clavándoseme como si se tratase de dagas.
Con la precisión de un arma de fuego, 
y lo personal de un arma blanca, 
hundiéndose en un alma negra. 
¿Quizás no sea yo la primera en caer de mi propio paredón y no el verdugo, como yo pensaba? 




domingo, 12 de enero de 2014

¡Ay!

Si el monstruo del pasado tiene hambre, arrasará con todo. ¿Y tú encima vas a abrirle la boca y a meterte dentro?


miércoles, 8 de enero de 2014

- Contra natura...

y a pesar de mi condición, te amo. 
+ Pensé que vosotros no podíais amar. 
- Se ama con el corazón.
+ ¿Y cómo podré amarte yo, si no tienes más que eso? 
- Te preguntas si las leyendas son ciertas. 
+ Y tú también. Te preguntas si sólo sabemos odiar. 
- ¿Y hay acaso diferencia entre el odio y el amor? Acaso no tienen el mismo molde. Acaso no son igual de intensos. Acaso no son igual de (in)mortales. Como nosotros, vamos. 
+ Levántate la toga. 
- Y aunque no haya nada debajo, sé que me seguirás odiando. O amando, que es lo mismo.
+ Te besaré las alas.
- Te arrancaré los cuernos. 

(Y qué más da cuál fuera el ángel y cuál el demonio, si al Apocalipsis y al cabo, se comieron igual.)








martes, 7 de enero de 2014

De cómo la musa se convirtió en poeta.

Cansada de ser objeto de adoración, cogió sus maletas, dio un portazo con perfume de 'volveremos a vernos', y empuñó su falda. Se cortó el pelo, dejó de pintarse los labios. Dejó de sonreír. Dejó de comer. Y todavía la seguían idolatrando. Se rasgó la piel, comenzó a fumar. Y seguían lamiendo sus heridas, pidiéndole desesperados, caladas de ella. 
Seguían queriendo acariciarla, nunca se saciaban. Sucios poetas. La necesitaban, porque sabía a inspiración. La ansiaban. Todos a la vez, no importaba. Podrían violarla. Podría dejarse violar. Jamás habría suficiente. Si se mataba, escribirían sonetos sobre su muerte, infinitos poemas.

Y ella... no quería que la leyeran de pluma de otros. Quería que la escucharan. Quería... amor. 

Así, se dio muerte de la única manera que podría hacerla mortal: escribiendo. 



lunes, 6 de enero de 2014

Años 80.

- Agente, sabe que nos han superado en número. El vandalismo nos ha sobrepasado, con creces. Y aunque logremos encerrarlos, sólo podemos retenerlos algunos meses, y vuelven a salir. Son sólo rateros. Pero cada vez más violentos. Y, como las ratas, una plaga. Esto es la jungla, ¡insostenible! Agente, diga algo, por Dios. Aunque ya ni rezando salimos de esta. Todo el mundo está igual. España es un caos. La gente está harta... 
- García, cállese ya, joder. 
- Agente, ¡que no podemos! ¡Que se nos han terminado los recursos! 
- Queda por jugar la última carta. Es muy arriesgado, y a corto plazo, nefasto. Vamos, que o provoca una guerra civil o nos limpia las calles de esa escoria de mierda.
- ¿Y qué carta es esa? 
- Un nuevo agente. Un cadete. Sus amigos lo conocen como 'Pura sangre'. Voy a infiltrarlo. Se meterá en sus carnes, poco a poco. Los seducirá. Los volverá locos. Les hará creer que es su mejor amigo.
- ¿Confía usted en él? 
- Por supuesto que no. Es un doble agente. Los hará muchísimo más violentos que antes. Los delitos serán mayores. El caos más desordenado, si cabe. 
- ¿¡Entonces qué coño está diciendo!?
- ¿Confía usted en mí? 
- Sí, pero... 
- Obedezca, e introduzca al cadete en las calles. Sólo queda esperar.

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Poco a poco 'Pura sangre', como bien vaticinó el agente, los volvió locos. Destrozaron los coches en vez de robarlos. Mataron en vez de amenazar. La gente estuvo a punto de levantarse en armas. Y sin embargo... De repente, los rateros se fueron muriendo. Siempre encontraban a los cadáveres al lado de 'Pura sangre' o con muestras de que él les había dado una mortal paliza. Al lado de jeringuillas. O de sida en las cárceles. Los supervivientes de él, no se atreven a llamarle 'Pura sangre', sólo y demasiado, el Caballo por poco acabó con ellos, y ahora son muertos en vida.    

viernes, 3 de enero de 2014

P. Fog y la vuelta a su interior en una eternidad y pico.

Nuestro cuerpo es un elevado tanto por ciento de agua. ¿Qué tanto por ciento realmente no se encuentra en forma de niebla en nuestra alma? Somos niebla. Nos nublamos a nosotros mismos. ¿Quién puede ver entre ella? 
(Por eso tardaréis tanto tiempo en dar la vuelta a un mundo interior. Con cautela al volante, chicos.)

jueves, 2 de enero de 2014

El arte de francorecular o cómo arriesgarse a ser feliz en un disparo de suerte.

A diferencia de los francotiradores, ella no elegía sus objetivos, minuciosamente, selectivamente, astutamente, y muchos otros adverbios terminados en mente que requieren premeditación. A ella le iba más la alevosía. Como distraída, vagando por el mundo, aquellos sus centros de diana venían a ella como atraídos trágicamente, y fatalmente eran ellos la metralla que intentaba penetrar en el alma de la francoreculadora. De vez en cuando, conseguía esquivar alguna bala. Pero en general, solían acertar. Ella, haciendo honor a su profesión, conseguía recular, la bala volvía a su pistola, como en una de las películas de Matrix, pero sin tanta pompa. Simplemente, lograba meter la pata, de la manera más dolorosa posible. Entonces, la munición salía de su alma, poco a poco, y ella, contagiada del maldito Síndrome de Estoeselcolmo, también reculaba, intentaba clavarse la metralla aún más hondo. Por supuesto, sin éxito. Retrocedía ella, retrocedía la munición. Y como los francoreculadores no se distinguen por su rapidez, la munición llegaba antes a la met(r)a(lleta).

     Quizás algún día la francoreculadora encuentre a un francotirador tan preciso que, ni aún fallando ella todos los disparos, aún reculando, no pudiera retirar su munición del pecho de ella. O aún más terrorífico: que no quisiera retirarla.    

miércoles, 1 de enero de 2014

De vorágines y aborígenes.

Acaso se distinga este lugar de alguno de los infiernos de Dante. Acaso aquestos aborígenes, estos simios llenos de lentejuelas que pretenden disfrazar sus arcadas con risotadas igual de vomitivas, no tengan parentesco, no sean acaso los mismos que los que allí habitaban. 
Y en esta vorágine de sudor, de sangre, de vómitos, de risas, de ruido, que no de música, se disfrace la diversión de prostituta, o quizás la propia diversión se prostituya, porque hemos olvidado cómo hacer el amor riéndonos, sin pagar. 
Acaso así empiecen el año muchos. Acaso yo los envidio. 

Es evidente que sí. Porque mientras ellos vomitaban, Dios me vomitó encima. Y mis fluidos son mucho más comprensibles, los míos propios, que los divinos. Mucho más fáciles de limpiar del suelo de una discoteca que de mi propia alma.