- García, cállese ya, joder.
- Agente, ¡que no podemos! ¡Que se nos han terminado los recursos!
- Queda por jugar la última carta. Es muy arriesgado, y a corto plazo, nefasto. Vamos, que o provoca una guerra civil o nos limpia las calles de esa escoria de mierda.
- ¿Y qué carta es esa?
- Un nuevo agente. Un cadete. Sus amigos lo conocen como 'Pura sangre'. Voy a infiltrarlo. Se meterá en sus carnes, poco a poco. Los seducirá. Los volverá locos. Les hará creer que es su mejor amigo.
- ¿Confía usted en él?
- Por supuesto que no. Es un doble agente. Los hará muchísimo más violentos que antes. Los delitos serán mayores. El caos más desordenado, si cabe.
- ¿¡Entonces qué coño está diciendo!?
- ¿Confía usted en mí?
- ¿Confía usted en mí?
- Sí, pero...
- Obedezca, e introduzca al cadete en las calles. Sólo queda esperar.
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Poco a poco 'Pura sangre', como bien vaticinó el agente, los volvió locos. Destrozaron los coches en vez de robarlos. Mataron en vez de amenazar. La gente estuvo a punto de levantarse en armas. Y sin embargo... De repente, los rateros se fueron muriendo. Siempre encontraban a los cadáveres al lado de 'Pura sangre' o con muestras de que él les había dado una mortal paliza. Al lado de jeringuillas. O de sida en las cárceles. Los supervivientes de él, no se atreven a llamarle 'Pura sangre', sólo y demasiado, el Caballo por poco acabó con ellos, y ahora son muertos en vida.
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