En cuanto el Sol cae y la Luna asoma tímida por las montañas,
nuestro trabajo empieza. ¿Que no sabéis quiénes somos? Claro, cómo ibais a
sospecharlo. Os responderé con otra pregunta. ¿Al cerrar los ojos en el lecho,
no habéis sentido presencias? ¿Pequeños destellos en la oscuridad de vuestros
párpados? Bingo, somos nosotros, los Guardianes.
Sería muy largo relatar de donde venimos, el caso es que
nuestra labor hoy, ha comenzado.
Los Guardianes más pequeños (y débiles) como yo, nos
colocamos rápidamente en nuestra tela de araña. ¿Nuestra función? Debemos
atrapar todas las gotas de rocío, de todos los colores. Quizás os sorprenda que
las gotas de rocío sean coloridas. Son… especiales.
El caso, es que debemos atraparlas, y tratarlas con mimo.
Conducirlas hasta vosotros, los humanos, para que calen en vuestras mentes.
¡Hay de todos los colores! Si me preguntáis mis
preferencias, os aseguro que las más hermosas son las azules.
Los Guardianes ancianos, realizan su función junto a
nosotros. Son muy fuertes y sabios, estoy seguro que de mayor podré ser como
ellos.
Su tarea es la más ardua. Deben capturar las malignas, las
gotas transparentes. Son muy fuertes y escurridizas, y a veces no pueden inmovilizarlas.
O a veces, los Guardianes saben que deben dejarlas pasar. Dicen que algunas os
fortalecen, aunque sean venenosas. Es extraño. Quizás lo comprenda cuando
crezca.
El caso es que cuando las capturan, las llevan al lugar
sagrado, el centro de nuestro hogar, la Cuenta.
¿Las más difíciles de capturar? ¿Las gotas más temibles?
Son aparentemente normales, por supuesto. Gotas verdes,
rojas, amarillas e incluso azules, mis preferidas. Pero son malvadas y
perversas, se disfrazan de inocentes cuando son las culpables de todos vuestros
sufrimientos. Y es muy complicado distinguirlas de las demás.
¿Cómo? ¿Que no sabéis lo que son las gotas?
Que tonto soy, debí haberlo sospechado. Entre los de nuestra
especie, llamarlas gotas es lo común de hecho si habláramos de ellas como
“sueños”, no nos entenderíamos.
Sí, son vuestros sueños. Vuestro cerebro desprende a lo
largo del día, cuando nosotros dormimos, ideas, pensamientos, que retornarán a
vosotros con miles de formas diferentes, siendo las mismas en realidad, cuando
durmáis y nosotros despertemos. La Cuenta es como un almacén de “pesadillas”,
como las llamáis vosotros. A veces, la rompéis sin querer, queriendo a la vez.
Intentamos detener la explosión de sufrimiento en vuestra cabeza, pero los
sabios nos dicen que sólo vosotros podéis terminar con ellas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario