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entonces, sigues vivo.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Cuando nació, sus padres decidieron no ponerle nombre.


 Quisieron que cada momento de su vida marcara algo tan importante como el nombre de una persona. Pensaban que imponérselo a cualquier niño, marcaba su futuro de una forma irremediable. No importaba que fuera un nombre significativo, como Soledad, o en cambio no quisiera decir nada, como Pedro.
Imagínense haberse llamado de otra manera. ¿Estarían hoy aquí? Seguramente no. Tendrían una existencia completamente distinta a la actual.
Sin embargo, no se confundan, sus padres no creían en el destino. De hecho, mantenían que había dos clases de personas: las que creían en él, y las que sabían la horrenda realidad: que la vida es una serie de casualidades que nos llevan a estar donde estamos hoy.

Pero ellos no querían dar pie a una de las primeras casualidades de la vida, y por eso, decidieron no ponerle nombre.


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