Si todavía hay algo capaz de conmoverte,

Si todavía hay algo capaz de conmoverte,
entonces, sigues vivo.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Y de repente, estaba corriendo.

Sus manos, ensangrentadas. Pero no paró de correr. Lo primero que pensó, no fue ¿qué hago aquí? ni ¿dónde estoy? ni ¿por qué la sangre cubre la piel de mis manos? No. Él pensó, ¿me he comido ya la merienda? La merienda. Hacía veinticinco años que no tomaba un tentempié a media tarde. Veinticinco años hacía desde el fallecimiento de su madre. ¿Por qué ahora se acordaba de la merienda?
Las calles estaban desiertas. Atravesó el puente, miró el río, tropezó y se levantó. Siguió corriendo. Era de noche, y un biruji asolaba las calles, pero él se sentía extrañamente cálido, en paz. Quizás fuera por la carrera, sin meta y sin rival, en la que estaba concursando, la que lo mantenía caliente. Quizás fuera la calma de saber que todo aquello era un sueño.
Una farola se apagó a su paso. Él soltó un par de improperios, y volvió a encenderse. ¿Cómo no iba a hacerlo? Era su sueño.
La mayoría de los escaparates de las tiendas estaban rotos, y sus zapatos gastados. Se los quitó, y los tiró con fuerza hacia una de las vitrinas que todavía estaba en pie. Se rompió estrepitosamente. Pero las cosas no suenan igual cuando solo está uno mismo para escucharlo. Le recordó a una melodía, antigua, de otra vida. Lo cristales seguían cayendo por el suelo cuando la tienda quedó muy atrás. La alarma no sonó. ¿Cómo iba a sonar? Era su sueño.

Y de repente, se dio cuenta.
Esa sangre era suya. Se miró el estómago. Sonrió. Le dolía, pero todas las fantasías escuecen. Se paró, no podía seguir corriendo. Cayó de bruces al suelo. Seguía sonriendo. Cerró los ojos. Justo cuando iba a despertarse, el rictus de burla y felicidad que se apoderaban hasta hace unos segundos de su cara, desaparecieron.
No volvería a tomarse ninguna merienda. Aquello no era un sueño.

martes, 23 de agosto de 2011

No tengo fe, lo sé.




Vamos a comernos el mundo, con permiso de la Pereza, por supuesto.

A pesar de los intolerantes, a pesar de la ignorancia, a pesar de todo.

¿Estamos dispuestos o no? A través del arte, a través de la política (sí cínicos, la política también sirve para algo), a través de manifestaciones, a través de CUALQUIER COSA*.

El viento nos susurra, a todos por igual, pero los mayores están cansados de la misma retahíla...

Revolución Inteligente... Revolución Inteligente...

A los jóvenes nos atrapa su aroma, nos arropa con sus promesas de futuro. ¿Por qué no intentarlo? Podemos hacerlo. Ya lo han hecho otros antes de nosotros, ¿por qué no hacernos oír? ¿Por qué no cambiar el mundo si tenemos el material y las ganas para hacerlo?

Actuemos con juicio, discutamos, pero de forma sabia. Lleguemos a acuerdos, ¡consigamos grandes cosas!

Sí, parece demagogia. Pero no lo es, porque no son simples halagos. Son predicciones de un porvenir no muy lejano.


Puede que no estemos bien. Tampoco (al menos yo) nos encontramos tan mal. Pero no tenemos que conformarnos. La perfección no solo no existe, es una broma de mal gusto. Pero eh, nadie nos ha dicho que no insistamos en dar vueltas alrededor.




viernes, 29 de julio de 2011

- P., los malos se matan solos, ¿verdad?

- ¿Qué dices, I.?
- Que los malos se matan solos. ¡Mira, un ferrari!

Esta fue la extraña conversación que mantuve con mi primo de tres años hace unos días.
Es curioso, su pregunta lleva desde entonces molestándome, cual mosca que vuela en círculos sobre mi cabeza, por la noche, sin dejarme dormir. Y sin embargo, a él seguramente se le olvidó al instante, en cuanto se volvió para ver cómo un ferrari corría por un circuito dentro televisor.
Le conté a mi estimadísimo padre lo que había pasado, para ver cuál era su reacción. Y me decepcionó, desde luego. Esperaba algo más de mi queridísmo progenitor, al que yo siempre he considerado un pequeño y simpático filósofo.

- Habrá visto una película en la que los malos se matan entre ellos, cariño.

Y ahí se acabó mi investigación sobre la profundidad de pensamientos pertenecientes a mi padre.

"Los malos se matan solos". Me gustaría saber si es cierto. Pero para empezar, la línea entre lo "bueno" y lo "malo" es muy, muy difusa, así que seguramente, no podré llegar a ninguna conclusión. Pero, eh, que no falte especulación.

Mis humildes principios y mi desorbitada fantasía me inclinan a pensar que sí, que los malos se matan solos, poco a poco, se consumen. Un ser humano lúcido no puede hacer daño a otros, a propósito, sin hacerse daño a sí mismo. Porque la moral misma le dice que lo que está realizando es incorrecto, y lo incorrecto se supone que es malo, y lo que es malo lo es (a largo o a corto plazo) para todos.
Estas heridas que se infringe el malvado en la moral, o en el alma, si lo prefiere el/la lector/a, se pueden manifestar de muchas formas.
El Remordimiento es una de las más comunes. Un acto ruin que hemos cometido, al saber nosotros mismos que es ruin, se revuelve contra nosotros, nuestra mente nos dice: "Has hecho algo malo, y eso (valga la obviedad), no es bueno. Eres un ser malvado, y no te mereces ser amado, porque has herido. Y querido mío, lo que necesitas para ser humano es eso precisamente: a otros humanos. Si les haces daño, ¿cómo pretendes que se acerquen a ti?".
Y también está la Locura, que suele ser consecuencia del Remordimiento y, en ocasiones, de la Obsesión. Obsesión por el daño y el sufrimiento, tanto por el ajeno como por el propio.
La Locura, tan amiga de nuestra débil mente, la engulle. Cambia los hechos, difumina las agresiones, desplaza las verdades, nos da la razón que sabemos que no tenemos. Solo para (qué generosa es) que consigamos nuestro propósito. Poder disfrutar de nuestro horror y del de los demás a quien se lo infringimos.

Y sin embargo, mi querido/a lector/a puede decirme que hay gente que con tal de obtener lo que desea, o por el simple hecho de herir a los demás, no tiene remordimientos.

Aquí, entonces, se encuentran cuatro distinguidos casos:

El malvado de la moral atrofiada. Para mí, una persona que cree que los negros, judíos, homosexuales... en definitiva, todo lo que sea diferente así mismo es malo, es un villano. Pero a ese malvado le han criado en esa moral. Sin embargo, por difícil que sea, pienso que eso no es excusa para dañar a los demás, ya que una persona puede tener una mentalidad independiente a la que le hayan inculcado, aunque es mucho más complicado. Afortunadamente, este tipo de personas está desapareciendo. Poco a poco, pero lo hace. Él no cree ser una mala persona, entonces, ¿por qué matarse a sí mismo?

El malvado de mentira. Le mueve una intención. Y su intención vale más que sus principios o su moral... No se sabe villano, o más bien, no quiere saberlo. Es lúcido, y en el fondo, sabe que no está bien lo que hace, pero tiene la fuerza de voluntad de ocultar ese pensamiento en el fondo de su subconciente. Y ese subconciente, muchas veces hace perder la razón, citando de nuevo a nuestra vil amiga la Locura. Al igual que el de la moral atrofiada, si no quiere saberse villano, ¿cómo va a matarse a sí mismo?

El malvado de verdad. Tiene una moral y unos principios, seguramente iguales a los míos. Pero no le importan. El malvado se sabe malvado. Quiere serlo, y se enorgullece de ello. ¿Existen? Yo pienso que son quimeras. Existe el loco, pero el loco no es malvado. O es un loco malvado y no una "persona lúcida" malvada. Si le gusta ser malo, ¿por qué iba a matarse solo?

No puedo más que explicar el siguiente caso que con una célebre cita del ficticio (pero no por eso menos agudo) Fermín Romero de Tormes:

"(-Es que la gente es mala...) Mala no, imbécil, que no es lo mismo. El mal presupone una determinación moral, intención y cierto pensamiento. El imbécil o cafre no se para a pensar ni a razonar. Actúa por instinto, como bestia del establo, convencido de que hace el bien, de que siempre tiene la razón y orgulloso de ir jodiendo, a todo aquel que se le antoja diferente a él mismo, bein sea por el color, por creencia, por idioma, por nacionalidad, o por sus hábitos de ocio. Lo que hace falta en el mundo es más gente mala de verdad y menos cazurros limítrofes."

Estos, como los malvados de mentira, tampoco se matan solos.


Y así, intento concluir la línea de pensamiento que abrió mi pequeño primo con su pregunta no tan inocente, aunque sé que será imposible, y seguiré buscando respuesta definitiva a su pregunta.


martes, 5 de julio de 2011

El dominio de la palabra.

Qué miedo da, oh sí.
¿Qué significa dominar la palabra? Bueno, en realidad, eso es imposible.
Es cierto que nosotros hemos inventado el lenguaje, es cierto que nosotros lo moldeamos a nuestro gusto, nosotros lo utilizamos, lo amamos y lo odiamos. Pero él ya vivía (y sigue viviendo) dentro de cada cuerpo, por tanto, él siempre nos dominará de algún modo, estamos sometidos al lenguaje.
No, claro que no es como un virus, ni esto debe tomarse como una leyenda. Pero el instinto del habla estaba en lo más profundo del humano, si bien se puede o pudo manifestar de diferentes maneras.
Pero el ser humano necesita comunicarse con sus semejantes, de una forma y otra. Porque eso, el relacionarse con sus hermanos, es lo que lo hace humano.

Por ello entenderá, mi querido lector/a, que dominar la palabra (en la medida de lo posible) es peligroso. Porque eso significa dominar a las personas y porque el poder siempre es peligroso.

Todo puede ser utilizado para hacer el mal, y no por ello debemos prohibirlo, no me malinterprete. Pero, por alguna razón, el poder tiene más tendencia que otras cosas a volverse perverso.
En consecuencia, cualquier manifestación del poder es, sin duda, peligrosa, aunque no por ello debe ser censurada, insisto, ya que también es necesario (respetando la opinión de nuestros queridos amigos los anarquistas, claro).
Ciertamente, lo que hay que tener en cuenta es que conlleva una responsabilidad muy grande.

El poder y dominio de la palabra es una manifestación, quizás la más poderosa, valga la redundancia. Así, quien lo posea, debe andarse con cuidado. Porque un don, no solo es un milagro.
Es mucho más fácil utilizar el poder para el mal que para el bien, porque el mal suele ser la opción más fácil, así que ojo.

miércoles, 25 de mayo de 2011

¿Quiénes somos para juzgar?


Y sin embargo, lo hacemos.
Estereotipos.
¿Existen?
Claro.
¿De verdad?
No.
Pero que algo exista, tiene que ser real. Para ser real, tiene que ser verdad. Los estereotipos son mentiras, contadas en voz baja, secretos a voces. Pero NO son ciertos. Porque un estándar, marca una manera de vivir. Y ninguno vivimos igual.
Ninguno poseemos la misma profundidad en la mirada, no todos somos retorcidos y malvados, ninguno nos mordemos las uñas de la misma manera, ni sentimos igual.
Los estereotipos son mentira, porque no son posibles.
Y sin embargo, ¡hay gente que intenta seguirlos! A veces, los estándares se convierten en modas. Y no nos debemos adaptar a las modas, ¡ellas deben acomodarse a nosotros! Ellas estñan a nuestro servicio.
Pero en cuanto dejamos de seguirlas al pie de la letra, dejan de llamarse modas, y se llaman... ¿originalidad?
Extraño. Pero no se preocupe, no hay que entenderlo. Solo acéptelo si le apetece. Y si no... pues nada.

martes, 24 de mayo de 2011

Arte.

¿Qué es el arte? Morirte de frío.
No, no es una broma. También puede ser morirse de calor, de excitación, felicidad, melancolía, o cualquier otra sensación.
Si el arte no te hace sentir, no es arte, querido/a lector.
Te abandonas, vuelas por cielos insospechados, rozar la gloria con las manos.
Te abandonas, te arrastras por la podredumbre de la humanidad, tus lágrimas se deslizan por tus mejillas.
Una carcajada brota de tu garganta, cual aullido de un lobo en celo.
¿Sustituyes tu peluche por el libro que te tiene extasiado/a? ¿La melodía de una canción te arrancan cada palabra de tu lengua, cada Do de tu pecho? ¿Se te ponen los pelos de punta cada vez que observas el detalle de ese cuadro? ¿Enmudeces de emoción al ver la escena de esa película?
No soy ninguna médica, pero temo informarle de que es usted adicto/a. Adicto/a a las sensaciones que le provocan el verdadero arte. Al cosquilleo en la barriga, a la piel de gallina.
Tenga cuidado, su adicción podría matarle...

martes, 12 de abril de 2011

Algunas personas creen en el destino.

O en Dios. Algo que les garantice que sus acciones no están controladas por su conciencia, o son consecuencia de un ser superior.


Sería bonito que yo puediera ser igual que ellos. Sería bonito pensar que todo estaba escrito. Pero soy de las personas que piensan que el libro está en blanco. Y tú lo escribes, sin pausa, sin prisa. Pero lo escribes, quieras o no. Lo escribes a base de decisiones, coincidencias y casualidades que tú provocas. Cada minuto cuenta en tu historia.


Así que cuida la caligrafía, o el final podría no ser feliz.



lunes, 4 de abril de 2011

¿Qué es la vida?

Todos nos lo hemos planteado alguna vez en términos "profundos", referidos al ser humano, más allá de definiciones científicas. Filósofos, cantantes, personas de a pie lo han pensado. Podríamos definirla de tantas maneras... Si nos referimos a ella mediante expresiones de tiempo, quizás nuestro amigo Santos, o a efectos musicales Robe, podría ayudarnos "Para algunos, la vida es galopar un camino empedrado de horas, minutos y segundos. Yo, más humilde soy, y solo quiero que la ola que surge del último suspiro de un segundo, me transporte mecido hasta el siguiente". Si hablamos en términos emocionales, explicaríamos que la vida es todo lo que una persona siente. Lo bueno y lo malo. Todos los sentimientos que es capaz de experimentar a lo largo de su existencia, remezclados, eso es su vida, su alma. Si comentáramos la vida a través del tacto, serían todas las asperezas que hemos acariciado, todas las caricias que nos han dolido, todos los abrazos de fuego que nos han helado el alma, y todos los besos de hielo que nos han abrasado los labios. Definitivamente, muchos la describen como cada momento, cada palabra, cada caricia, cada recuerdo, cada golpe, cada canción. Yo personalmente la defino como todo lo que le importa a una persona. Mi vida está formada por fenómenos sin sentido, que con el paso del tiempo, adquieren importancia. Por momentos grandes, que con la distancia, pierden la "chicha". Realmente, nunca sabremos lo que es hasta que no sea demasiado tarde como para vivirla de verdad. Por eso, nos limitamos a improvisar y a aprender a base de errores. Por tanto, lo único en claro que se saca es que si quieres vivir, no te queda sino luchar.

domingo, 3 de abril de 2011

Éxtasis.

Muchas veces lo experimentamos, pero en ocasiones, deseamos tanto sentirlo, que realmente no lo hacemos.

Vivimos una situación, de diversión, tensión o placer. Da lo mismo. Creemos profundamente que en ese momento, justo en ese momento, hemos rozado el cielo con los dedos.

Llegamos a nuestra casa, agotados, contentos. Con un hilo de victoria cayendo todavía de nuestro labio. Pensamos en los fenómenos que han ocurrido ese día.

Y solo en ese momento, desde la distancia, podemos analizar los hechos. Y solo entonces experimentamos el éxtasis. Nos recreamos en él, incluso lo idealizamos.

Supongo que la distancia no solo hace el olvido. También embellece los recuerdos.



sábado, 2 de abril de 2011

- Quiero volar.

- Como todos querido. Pero, ¿para qué quieres tú despegarte del suelo? Estarás muy a gustito aquí. - ¿Ah, sí? Pues no sé tú, pero yo no tengo más que problemas. Quiero irme, lejos. Volar, y que todos los problemas se vayan para siempre. No volver jamás, y empezar una nueva vida. - Vaya. Eternecedor. Muy profundo, sí. Pero te sorprendería por qué quiero yo volar. Y como sé que no me lo vas a preguntar porque no te interesa lo más mínimo, te lo diré. Yo quiero volar para poder admirar la belleza del mundo, para sentirme, por una vez, pequeñito. Es cierto que nuestro ego nos impide ver lo que tenemos alrededor. Pero te advierto que no solo es tu ego, sino también el de los demás. Tenemos tan asumido que el ser humano es lo más importante, que el resto nos da igual. ¿Te has parado alguna vez a oler la brisa del campo? ¿A sentir el viento en tu cara? No hagas ese gesto. Crees que lo que digo son chorradas de "Peace and Love". Pero intenta hacerlo. Descubrirás que sabes mucho más de lo que piensas. Y volando... volando podrías oler, sentir, observar el mundo en dimensiones que jamás, siquiera en fotografías o sueños, has podido vislumbrar. - Disfruta de tu caída a la realidad. - Quizás tú seas de los que viven apegados al suelo, y que, ciertamente, el sueño del humano, volar, se les ha despegado de la mente.

Encerrado/a.

Sentirnos encerrados en un espacio abierto. Parecer solos entre un montón de gente. En el fondo, es lo mismo. Nuestra mente nos aísla. Quizás para protegernos. No queremos ver lo que pasa a nuestro alrededor, pero no lo hacemos conscientemente. Y por eso sufrimos tanto cuando nos sentimos como un pez dentro de una pecera en medio del océano. Ansiamos la libertad cuando somos libres y nos creemos libres cuando estamos presos. ¿Por qué? ¿Miedo? Seguramente.