Muchas veces lo experimentamos, pero en ocasiones, deseamos tanto sentirlo, que realmente no lo hacemos.
Vivimos una situación, de diversión, tensión o placer. Da lo mismo. Creemos profundamente que en ese momento, justo en ese momento, hemos rozado el cielo con los dedos.
Llegamos a nuestra casa, agotados, contentos. Con un hilo de victoria cayendo todavía de nuestro labio. Pensamos en los fenómenos que han ocurrido ese día.
Y solo en ese momento, desde la distancia, podemos analizar los hechos. Y solo entonces experimentamos el éxtasis. Nos recreamos en él, incluso lo idealizamos.
Supongo que la distancia no solo hace el olvido. También embellece los recuerdos.
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