Si todavía hay algo capaz de conmoverte,

Si todavía hay algo capaz de conmoverte,
entonces, sigues vivo.

lunes, 26 de mayo de 2014

Del cuate más querido.


Los boleros sólo mienten cuando nos duele el amor. 
Es decir, siempre. 
Porque si el amor no duele, no mata. 
Y los amores que no matan, mueren. 
Y si muere el amor, 
sólo queda aquella ética materialista espiritualista, 
que de espiritualista tiene sólo la bebida, 
y esos besos que no sabes si vienen del cielo o del infierno, 
pero desde luego, que de aquí no son, 
pero que tienen nombre de mujer y que saben (sólo a veces) a vinagre. 
O a lo mejor es que sólo les falta un poco de sal intrascendente, inmanente. 
Que no estamos tan mal hechos, coño.
Que creamos a Dios.  




miércoles, 7 de mayo de 2014

Todas las anteriores son correctas.

O me soplas las velas
(las de cumpleaños o las del barco, 
como prefieras), 
o me soplas esta neblina que rodea mi cabecilla, 
y penetra (fusiona) mi alma, 
o me soplas a mí. 

También puedes hornear, 
con la susodicha niebla,
una tarta de cumpleaños
(con forma de barco), 
y soplar, y soplar, y soplar, 
y a mí derribar. 




martes, 6 de mayo de 2014

De lo que pasa cuando la montaña va a la montaña.

¿Os imagináis la angustia, la tensión entre dos montañas que se aman? 
Sólo se tocan en su valle, compartido. Como dándose de la mano. Siquiera dándosela, rozándose, como dos colegiales, tímidos. Pero cuando esos colegiales crecen... Y las montañas son ya vetustas. Y las montañas están hartas de esperar. 
Aquello de los movimientos tectónicos no es más que una invención del ser humano, que intenta no sentir envidia de un amor tan puro como el montañoso. Puro en el sentido de mineral, porque... 
Los 'terremotos' no son más que suspiros, estremecimientos. Y el estremecimiento final tiene como resultado que la montaña vaya a la montaña. Se 'avalanche' una hacia la otra.
Y quién sabe si a las montañas no les va eso del sexo oral. Porque una (la que queda en pie y se sube la falda), se convierte en un volcán.  



domingo, 4 de mayo de 2014

Levanto el mar.

Y me convierto en un Atlantes, mintiéndome a mí misma, pero no engañándome. 
Esperaba encontrarme peces muertos.
Arena. 
Sal. 
Y encuentro tus ojos. 
Y encuentro un modo, 
de que tal carga, 
sea tan ligera como aquel cielo que no pareció serlo para el Titán,
y sin embargo para mí... 
Y encuentro la forma, 
de ser tan ligera, 
de que mi trabajo hercúleo, 
se convierta en mi reino, 
y mi reino, 
en ti. 
Y tú, 
en mi mar.
O en mi cielo, 
que en el fondo, 
es igual...
(De azul.) 



De preguntas que, de tan sin respuesta, se quedaron a medio formular.

¿Entre estar vacío o lleno de mierda...?

[Posibilidades:
a) cuándo dejaste de vivir?
b) por qué?
c) cuántas razones tienes para poner un pie delante del otro?
d) Mejor no sigo.]