Al filo de la sábana,
o al borde de la madrugada,
o al precipicio de la navaja
(que últimamente suelen ser los mismo),
te busco y no te encuentro.
Y no sé si me buscas,
o si me encuentras,
o si quieres o puedes o debes hacerlo.
O si estas ganas de hacerte el amor son fruto
de un equívoco afán de seguridad,
o si estas mariposas que me recorren los labios,
los rozan por haber sido vomitadas,
y no por querer besarte
(ya se sabe que los esfínteres no se equivocan,
(ya se sabe que los esfínteres no se equivocan,
aunque nuestros corazones sí).
Y casi cuando me evado,
casi cuando me desnaturalizo por no encontrarte a ti,
mi sustrato y sustento favorito y único,
casi vienes.
Pero casi, significa que casi me salvo.
Casi implica que casi me quieres.
Casi es que casi no caigo, casi no me corto,
y casi,
casi, casi, casi,
eres mío para siempre.
(Quizás en nuestra próxima cama, mi amor)